Nuestro último encuentro


En el momento en el que crucé la puerta, supe que por fin iba a suceder. El instante que había esperado durante años estaba a punto de presentarse ante mí. Dentro de unos minutos, ella cuzaría aquel mismo umbral con su vestido azul de flores. Sabía que se iba a sentar en la mesa junto a la ventana, y escogí la más próxima para mí.

Mientras esperaba, llené el silencio con la lectura del diario en el que recogía todos los momentos que habíamos compartido. Muchos recuerdos, cuidadosamente ordenados. Sólo una página en blanco. La primera de todas. La que esperaba completar hoy.

La puerta se abrió en el momento preciso. Allí estaba ella, nunca la había visto tan joven. Después de una vida juntos, por fin me conocería.

Pacientemente, esperé a que pidiese su café. Con espuma, como tantas veces le había visto hacer. El primer sorbo dejó una marca sobre su labio, que apresuradamente limpió con la servilleta. Antes de darle tiempo a coger el libro que reposaba sobre la mesa, me acerqué a ella.

- Hola, Julia.

No fue temor a un desconocido lo que asomó a sus ojos. Fue curiosidad. La misma curiosidad que me cautivó hace tantos años.

- Puede sonarte raro, pero la última vez que te vi, ya estabas muerta. Fue un funeral bonito, ¿sabes? Todos nuestros amigos estaban allí... 

La curiosidad en sus ojos iba en aumento. Ahora sé que me tomó por loco, ella misma me lo confesó en nuestro siguiente encuentro.
 
- Sé que no es fácil de comprender, tampoco espero que lo hagas ahora. Este momento, en el que tú me ves por primera vez, será para mí nuestra última reunión. La linealidad temporal nunca ha sido lo mío. Pero eso ya lo descubrirás. Tienes por delante mucho tiempo para aceptarlo. 
No puedo adelantarte nada más de nuestra historia. La tengo toda aquí recogida, ¿sabes? No te dejaré leerla, pero si aceptas, la viviré junto a ti. Te prometo que será maravillosa. 

Lo sé, porque la he vivido.

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