Reflejos


Sus ojos. Siempre le habían obsesionado sus ojos. El brillo que veía en ellos cuando dirigía la vista hacia ella. Se sentía deseada y querida cada vez que él posaba su mirada sobre su cuerpo. No le importaba su color, ni su tamaño, ni aquella pequeña mancha que se apreciaba sólo cuando más los abría. Le gustaba que la mirara, y la imagen de ella que él le devolvía.

Por eso, cuando sus ojos empezaron a seguir otros cuerpos, cuando dejó de verse reflejada en ellos, cuando aquel brillo desapareció, tuvo que hacerlo. Se asustó. Cuando sus pupilas se apagaron por completo, pensó que nunca recuperaría aquella luz. 

Pero la primera capa de barniz le devolvió la esperanza. Tras la tercera aplicación, volvió a verse reflejada en aquellos ojos como al principio. Desde aquella estantería, siempre seguirían devolviéndole la imagen de la mujer que ella quería ser.


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