Su primera vez


Las manos le sudaban. No era de extrañar, era su primera vez. La mujer era impresionante, todo lo que siempre había deseado. Y no había sido fácil: la gacela se había resistido más tiempo del que él esperaba. Pero en cuanto vio aquella mirada en sus ojos, supo que había conseguido su objetivo.

Los nervios vinieron después, en realidad. Nadie debía saber lo que había sucedido allí, en su casa, sobre su propia cama. Al fin y al cabo, es un pueblo pequeño, y todos conocían a la chica. Hablarían mal de él. Le mirarían y señalarían.

Pero en cuanto recupera el sujetador y las bragas de entre las sábanas, todo vuelve a ser calma. La sangre ya la ha limpiado. Y para encontrar el cuerpo, tendrán que cavar muy hondo.

Escrito en Diablos Azules el 04 de junio de 2014. 
Escritoras invitadas: Isabel Wagemann y Eva Díaz Riobello
Frase: Pero en cuanto recupera el sujetador y las bragas de entre las sábanas

0 comentarios:

Publicar un comentario