Para sacar a un hombre de la cabeza, aplicar champú sobre el cabello húmedo y masajear suavemente con los dedos. Aclarar con agua abundante y repetir tantas veces como se desee.

Para borrar las caricias de sus manos, deslizar la esponja espumosa sobre la piel que él tocó y frotar hasta conseguir el efecto deseado.

Para olvidar sus palabras, seleccionar nuestra música preferida y subir el volumen de manera que su eco quede anulado.

Nota: Algunos hombres dejan marcas más profundas que este método no conseguirá eliminar por completo. Si éste es su caso, añada tiempo a la ecuación.



Dicen que existe un vino mágico. Que al descorcharse libera, nota a nota, una historia de cariño, cuidados y sol. Que cuando se cata, transporta a quien lo bebe a mundos sensoriales más allá de las palabras. Sigue siendo materia de leyenda, pues nadie ha regresado de allí para contarlo.

Relato finalista


Reflejos


Sus ojos. Siempre le habían obsesionado sus ojos. El brillo que veía en ellos cuando dirigía la vista hacia ella. Se sentía deseada y querida cada vez que él posaba su mirada sobre su cuerpo. No le importaba su color, ni su tamaño, ni aquella pequeña mancha que se apreciaba sólo cuando más los abría. Le gustaba que la mirara, y la imagen de ella que él le devolvía.

Por eso, cuando sus ojos empezaron a seguir otros cuerpos, cuando dejó de verse reflejada en ellos, cuando aquel brillo desapareció, tuvo que hacerlo. Se asustó. Cuando sus pupilas se apagaron por completo, pensó que nunca recuperaría aquella luz. 

Pero la primera capa de barniz le devolvió la esperanza. Tras la tercera aplicación, volvió a verse reflejada en aquellos ojos como al principio. Desde aquella estantería, siempre seguirían devolviéndole la imagen de la mujer que ella quería ser.


Cascarón de nuez



Desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va ligero de equipaje
sobre un cascarón de nuez.

Mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

"Peces de ciudad" - Ana Belén

Luna de miel


El espectáculo era dantesco. Cientos, miles de personas, rodeadas de globos y serpentinas, bañadas en sangre. Si no fuera por el líquido rojizo que les cubría, cualquiera habría jurado que estaban disfrutando de la mejor fiesta de sus vidas. A pesar de la sangre, no podían parar de reirse. 

Claro que no era la diversión lo que provocaba aquellas muecas de felicidad, sino el gas de la risa del Joker.

El comisario Gordon, con tres teléfonos a la oreja, no podía creer que Batman no hubiera aparecido. Aunque realmente, tampoco le sorprendía demasiado. Ya se lo dijo al alcalde en su día. Legalizar las bodas gays no era buena idea. La cola de villanos a la espera de la luna de miel de Bruce Wayne era interminable.

Escrito en Diablos Azules el 30 de abril de 2014. 
Escritor invitado: Paco Bescós. 
Frase: A pesar de la sangre, no podían parar de reírse.