El rey ha muerto


El rey ha muerto. Ésas son las palabras que escuché al despertar aquella noche. Después vinieron todos los preparativos para el funeral y la posterior coronación. Las reverencias. Los saludos. Me recordaron mis nuevas obligaciones. Subí al trono, y cumplí con mi deber.

Nadie pareció recordar que esa noche, había perdido a mi padre.

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Nota final


¿Recuerdas... recuerdas cuando la gente nos aclamaba? ¿Cuando todo eran aplausos, fiestas y felicitaciones? Las puertas se abrían a nuestro paso, y las luces se encendían para nosotros.

Claro que lo recuerdas... Era la razón por la que estabas ahí, por la que vivías. Cada vez que subíamos al escenario, sólo ellos existían para ti, tu público. Recogías sus emociones para alimentar tu existencia, y con sus aclamaciones te elevabas hacia la felicidad absoluta. Yo te contemplaba junto a mí, y te veía brillar. Notaba cómo tu cara se iluminaba, todo tu ser parecía flotar a unos centímetros del suelo.

Pero por aquel entonces, no sabía cuál era la fuente de tu gozo. Iluso, me atreví a pensar que yo formaba parte de esa energía que te impulsaba, al igual que tú me hacías seguir adelante cada día. Sólo despertar junto a ti, ya era razón suficiente para levantarme con ganas de comerme la vida. Y sobre el escenario, eran tus movimientos los que guiaban mis pasos, la música parecía un adorno innecesario cuando tus pies se deslizaban sobre el suelo. Tus brazos dibujaban sus propias notas en el aire, y tu corazón marcaba el ritmo de mi cuerpo.

No temía al fracaso, porque la fama era sólo un juego que disfrutar junto a ti. Si terminaba, buscaríamos otro juego para nosotros, que nos hiciera felices lejos de los focos y las recepciones. Disfrutaríamos de nuestra compañía, y bailaríamos a oscuras la música de nuestra vida. Sin nadie que nos observase, sin nadie a quien complacer. Sólo nosotros, y nuestra melodía.

Pero no era igual para ti, ¿verdad? Para ti, yo era sólo era ese compañero de viaje que resulta agradable y hace las horas más amenas con su charla. Que ayuda a cargar las maletas, e incluso vigila el equipaje durante tu sueño. Pero cuando el viaje termina, os despedís con un beso en la mejilla y un "hasta la vista", aunque sabéis que nunca os volveréis a ver. Ese era yo para ti.

Por eso ahora, cuando los focos se han apagado y los aplausos se han acallado, cuando la música ha dejado de sonar, has decidido que te apeas de este tren. Ya no podemos decir que somos los favoritos, otras personas con otras melodías han ocupado nuestro lugar sobre el escenario. Ya no hay un público que alimente tu existencia, y tu vida se ha marchitado. Has silenciado tu propio corazón.

Y siendo tus latidos los que han marcado mi ritmo hasta ahora, ¿cómo voy a seguir adelante? Ya no tengo ninguna melodía que seguir, ninguna nota guía mis pasos. Ha llegado el momento de hacer mi última actuación, ahora que aún consigo recordar cómo te movías junto a mí. Si cierro los ojos, aún puedo verte flotar sobre el escenario y escuchar la música de tu sonrisa. Prefiero no abrirlos nunca más, y acabar mi baile con un último paso junto a ti.


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Y al finalizar, os hiero


Dos pasos adelante. Finta a la derecha. Guardia alta.

Guiño a la doncella.

¡Molinete! Esquiva giratoria……. ¡Traspiés!

Frase ingeniosa, y volvemos a empezar.

Pasos, finta, guardia. Podemos incluir algunas variaciones.

Y al finalizar, os hiero.


- Nada grave, ¿verdad? Un pinchazo, algún pequeño corte…


- Le aseguro, caballero, que toda sangre vertida servirá a la causa. No son los héroes invencibles quienes conquistan a la dama, sino quienes están dispuestos a derramar su sangre por ella.

Serán dos maravedíes por la función simple. Si queréis añadir algún aditamento como atacante exótico, frase dramática de despedida o capa ondulante, podemos negociar precio.

Vivimos en permanente búsqueda y captura. La tecnología avanza cada día para para hacernos desaparecer, y libros enteros versan sobre nuestra extinción.

Pero resistimos. Tenemos aliados que nos mantienen a flote, por el mero hecho de ignorarnos. Nos hacemos fuertes en el dedo que se tropieza sobre el teclado, o en el bolígrafo que se rebela.

No nos oyes, pero nos verás. No somos libres y gritamos livertad.

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Sin venir a cuento


Este blog nace gracias al proyecto Escriturama, en el que, a veces pienso que desatinadamente, se me ha invitado a participar. Pero lo hecho, hecho está, y ahora no quedará más remedio que cargar la red con al menos dos textos semanales de dudosa calidad...

Avisado queda quien pase por aquí y se atreva a continuar con la lectura de los futuros posts. Quien así lo haga, será llamado valiente.